El señor Fernandez y la Viuda de Garcia - Primera parte (Por el escriba)

El Sr. Fernández, era un hombre de mediana edad, llevaba una existencia tan gris como la mar en invierno, y tan plana, como una tabla de madera pulcramente aserrada. No era ni feo, ni guapo, ni todo lo contrario, mas bien su físico era de un aspecto insignificante, lo que lo convertía en alguien invisible para casi cualquier tipo de mujer, y para el mundo en general. Calvicie incipiente, estatura media, enjuto, con un brillo en la mirada entre resignado y triste. Su estilo al vestir austero y muy convencional. Aunque, no podía negársele cierto porte de distinción y dignidad en su forma de estar en la vida, de la que no todo el mundo está atribuido. Fernández, era como un hidalgo viejo muy venido a menos.

Trabajaba como empleado en una zapatería de calzado femenino de alto standing. Su jornada laboral básicamente consistía en ayudar a calzarse a mujeres, inaccesibles para él, zapatos de Prada, Chanel, Gucci...etc.  Y ésta labor, constituía el único rasgo de color en su gris existencia. Arrodillarse ante unas damas, algunas muy bellas, de alto copete, para enfundarles unos elegantes y lujosos zapatos, era lo mas estimulante en su triste, plano, y oscuro existir.
En años de oficio, se había convertido en todo un experto en saber qué tipo de zapato y marca se ajustaba mejor a cada distinguida dama, en función del perfil psicológico de la clienta, su anatomía, o la forma de su pie. Y en un alto porcentaje acertaba de pleno, la cliente se iba satisfecha y totalmente convencida de que había recibido un asesoramiento inmejorable, y el par de zapatos que mejor iban a bordar el realce de su belleza.
El Sr. Fernández había hecho de su oficio todo un pequeño arte invisible, discreto y perecedero. Hacer bien su trabajo, representaba una de las pocas satisfacciones en su solitaria vida. Aunque tras veinticinco años trabajando para la misma empresa, no es que precisamente sintiera un gran reconocimiento, ni monetario, ni personal, a su oscura pero indispensable labor.
Es difícil precisar si Fernández es un consumado fetichista de nacimiento, o se ha hecho fetichista como producto de una deformación profesional. Pero el caso es que, Fernández, es un profundo e irredento fetichista. Es un fetichista de los zapatos, de los pies, de las medias, pero en general es un fetichista de la belleza y la estética femenina de altos vuelos. Fernández, es un amante de la belleza femenina en su forma mas elegante y sofisticada.

Una de las mejores clientas de la Zapatería es la Viuda de García. Se la conoce por el apellido de su ultimo marido, pero es una mujer que se ha casado siete veces, y las siete ha enviudado. Existen todo tipo de habladurías y rumores en lo referente a su acusada actividad nupcial, y a su pasmosa facilidad para quedarse viuda de maridos muy acaudalados; y en consecuencia, heredar enormes fortunas de cada uno de los finados. Las malas lenguas dicen que ella misma ha liquidado a los siete, pero nunca se ha podido demostrar nada, ni lo más mínimo. En los mentideros de la alta sociedad se la conoce como: "Missis Crimen Perfecto".
Si realmente es una homicida, es la asesina en serie mas extraordinaria de la historia, y si no, es que tiene un sentido de la prosperidad igualmente extraordinario. Mas teniendo en cuenta, como dicen, que proviene de una extracción muy humilde. Es una persona que, a base de tesón y esfuerzo ha llegado muy lejos, sus siete matrimonios lo atestiguan, pues no hay nada mas laborioso y sacrificado que el matrimonio.
La viuda de Fernández es una mujer de una belleza exhuberante y felina, rubia castaña, ojos tenuemente rasgados de una profunda negrura pero que irradian un brillo cegador. Sus facciones son armoniosas aunque algo prominentes. Es muy elegante y femenina pese a que posee un punto recargado, algo artificioso, pero que le otorga un encanto especial. Tiene unos pocos años mas que Fernandez. Es de esas mujeres de las que suele comentarse: "Ha tenido que ser muy guapa de joven", como si la belleza, la elegancia y el misterio tuviesen fecha de caducidad. La viuda de Fernandez es una adicta al lujo, y dentro de este, a los zapatos de las mejores marcas. Sin lugar a dudas, es la mejor clienta de la tienda, la que mas dinero se deja. Su antigüedad como cliente se remonta a mas de una década atrás. En numerosas ocasiones ha sido atendida, y por supuesto calzada, por Fernandez .Y éste, al postrarse, siempre alza sus cándidos ojos hacia ella, quien le devuelve la mirada desde arriba esbozando una sonrisa de altiva satisfacción. Fernandez, sintiéndose como descubierto en toda su vulnerabilidad, reacciona con azoramiento, no pudiendo casi controlar el rubor de sus mejillas; como un niño que acaba de ser pillado "in fraganti" en una inofensiva travesura.
Cuando ella aparece por la tienda, Fernandez siente una convulsión en todo su organismo. A veces, coincide que está ocupado atendiendo a otra clienta, por lo que necesariamente tiene que ser atendida por su compañero, o por el gerente. Por una parte le invade una sensación de alivio en todo su espíritu, pues su manera de mirarle le hace sentirse tan endeble e indefenso, pero por la otra; el no poder arrodillarse para cazarla un nuevo par de zapatos, le produce un doloroso vacío en el alma. Esa mujer, provoca en el interior de Fernandez un tormento de proporciones apocalipticas. ¡Pobre Fernandez! ¡Pobre anima gris y desgraciada! La ama sin remedio y sin esperanza. Hubiese dado lo que fuese por ser uno de sus maridos, aunque el precio hubiera sido su propia vida. No puede existir una muerte más dulce que a manos de una mujer de esa categoría. En la vida, uno es lo que ama y no tanto lo que le aman, es un hermoso pensamiento pero que no procura ningún consuelo al que nunca es correspondido ¡Pobre Fernandez!

Aquella mañana, ella se había dejado caer por la tienda y Fernandez no pudo atenderla. Se probó varios zapatos, al final eligió cinco pares, era lo mínimo que solía comprar. Al marcharse apresuradamente, Fernandez observó al gerente de la tienda como la acompañaba hasta la puerta, en actitud servil, haciéndola reverencias, su jefe era la viva imagen de un famoso actor en una emblemática escena del cine español:
"Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un siervo". Curiosamente su superior, por antigüedad, también se apellidaba Galindo.

Nada mas salir ella por la puerta, al jefe se le muda el rostro, y con expresión severa le hace una indicación con el dedo a Fernandez de que se acerque:
-" Fernandez, cuando cerremos tiene que llevar estos zapatos al domicilio de la Viuda de García, tiene apuntada la dirección en caja.... Ha dicho que tenia que hacer unas gestiones, que estaba sin chofer y que no podía cargar con las cinco cajas, así que se las va a llevar usted personalmente.."
-"¿Yo?"
-"Sí, USTED"- le contesta en un tono  disciplente y como pensando: Hay tontos con suerte -  ha dicho que fuese usted, no se le olvide, ya sabe que es nuestra mejor cliente"

Fernandez estaba en shock. No podía creéreselo. ¿Por que había pedido que fuese concretamente él, y no su compañero, quien la había atendido y además era mas joven y apuesto? Estas cavilaciones de un Fernandez que no sale de su asombro, son interrumpidas bruscamente por su compañero, que le propina un ligero codazo de complicidad, y empieza con las chanzas habituales en estos casos.

-"Que calladito te lo tenias Fernandez... Te espera una noche de lujuria y desenfreno.. Espero que dejes el pabellón de la empresa bien alto.. Si necesitas ayuda, llamame... Puede que sea mucha hembra para ti Fernandez, ya sabes lo que cuentan de ella.."
Su compañero no era mal tipo, ni mal compañero, tan solo un poco gilipollas. Las dos horas que restaban para el cierre le resultaron dos siglos de eternidad. La viuda de García, no vivía lejos de la tienda. Era un ático que ocupaba casi toda una manzana. Una de esas casas tipo palacete, que subes en el ascensor, y cuando se abre la puerta accedes directamente al recibidor de la vivienda. Allí, ya le esperaba una especie de doncella o ama de llaves de rasgos indígenas andinos, de aspecto muy inquietante, que le hizo pasar cortesmente a un espacioso salón, lujosamente decorado en estilo neoclásico. Al fin, transcurridos unos cinco minutos, la viuda de Garcia hizo su flamante aparición. Fernandez se incorporo nerviosamente de su asiento, recibiéndola en actitud marcial,  cuadrándose cual caballero español del siglo XVI, casi como expresando: "Casemiro Fernandez, para servirla a usted y a España mi señora".

-"Gracias por hacerme este favor Fernandez es usted muy amable"
-"No tiene ninguna importancia señora.. Aquí están sus zapatos"
-"Le reitero mis gracias Fernandez... Espere un momento"
 Ella se dirige hacia el otro lado del amplio salón y coge algo de su bolso situado sobre una mesa. Vuelve hacia Fernandez con dos billetes de cincuenta euros en la mano para ofrecérselos. No puede decirse que la viuda de Garcia sea uno de esos ricos que se comen lo que cagan.

-"Oh.. La señora es demasiado generosa.. No No puedo aceptarlo... "
-"De ninguna manera, haga el favor de aceptármelo"
-" Por no hacerle un feo señora.. Pero ya le digo que no es necesario.... Bueno, mil gracias señora.. No la molesto mas y.."
-"¿Tiene prisa Fernandez?"
-"¿Yo? Nnn Nnno Nnno No tengo ninguna prisa"
-"Ya que ha sido usted tan amable que menos que ofrecerle una bebida. ¿Un café, un te, una copa?"
-"Oh No debe molestarse señora"
-"No es ninguna molestia.. ¿Que le apetece?"
-"Oh eh..  Bueno..Un té esta bien"
Justo en ese instante se abre la puerta del salón aparece como un espectro perturbador el ama de llaves.

"Lina sírvanos un par de tés rooibos y después puede ya marcharse"

Tras servir diligentemente el te, la mujer espectro desaparece con el mismo sigilo con que había aparecido.

-"Digame Fernandez ¿Es usted casado?... Oh perdóneme si soy ligeramente indiscreta"
-"Nnno se apure señora no lo es, y nnno... No estoy casado"
-"¿Cuanto lleva usted trabajando en la zapatería?
-"Veinticinco años señora"
-"¿Le gusta su trabajo?"
-"Oh, si señora"
-Usted me ha atendido muchas veces y siempre me ha aconsejado muy bien. Parece tener una intuición especial para adivinar que zapatos son los mas adecuados para cada mujer... Es usted un hombre muy especial Fernandez"
-"Me abruma usted señora... Pero sin duda exagera"
-"¿Disfruta con su trabajo?"
-"Si, si disfruto"
-"Disfruta... Sirviendo a las mujeres.."
-"Si... Sssi.. Señora, es un honor y un placer prestar un buen servicio a señoras como usted.."
-"Le gustan los zapatos femeninos...¿Verdad Fernandez?"
-"Oh si..  Bueeno...Podria decirse... Que.. Que.. Si"
-"¿Es usted fetichista Fernandez?"
-"¿Yo?.. Ehhh.. pues...
-"Fernandez, soy una mujer de mundo y con una mente abierta, esta usted con una amiga.. Porque de ahora en adelante seria un honor que me considerase su amiga... "
-"Oh Señora el honor es mio... Yo..Yo.."
-"Es usted fetichista Fernandez, y además parece un buen hombre, un hombre obediente, al que le gusta que le manden, le gusta obedecer órdenes de mujeres distinguidas conscientes de su superioridad, y encuentra un placer muy especial en arrodillarse ante ellas para calzarles esos zapatos tan elegantes, y de paso, contemplar sus pies..¿Me equivoco?"
-"No... No..  No se equivoca... Señora" - confiesa un cada vez mas ruborizado Fernandez-
"No debe avergonzarse Fernandez, usted es un hombre de una sensibilidad especial... Verá..
En este siglo XXI es dificil saber dónde termina el interés sexual inusual y empiezan las parafilias. Nadie se pone de acuerdo. Pero, esta muy demostrado que los pies y los genitales comparten las mismas conexiones cerebrales. No se preocupe es usted perfectamente normal, al menos en lo que a mi se refiere. En cuanto a que sea usted un chico obediente y le guste entregarse al poder de una mujer, no veo nada malo en ello.... Siempre y cuando sepa elegir la mujer adecuada para tan especial empresa, la mujer que mas le conviene, Sr Fernandez.."
-"Sus palabras me reconfortan mucho señora"
-" Pero.. ¡Fernandez! Si todavía no me he probado los zapatos nuevos.. ¡Que cabeza tengo! Coja las cajas y sígame haga el favor...."
Salen del salón, atraviesan el pasillo y entran en una habitación decorada en estilo Luis XVI. Fernandez tiene la impresión de estar visitando el dormitorio de María Antonieta. Ella abre una doble puerta, enciende una luz y le invita a pasar cortésmente. Entran a lo que parece un vestidor. Es enorme, casi tan grande como el apartamento de Fernandez, y su forma es rectangular.Tendrá mas de veinte metros cuadrados acristalados, con hileras interminables de zapatos, colocados simetricamente en estantes de madera. Habrá centenares. Fernandez se queda atonito como si hubiese descubierto "El dorado" del fetichista de los zapatos. Es una colección que a buen seguro rivaliza con la de una famosa ex primera dama de Filipinas. En el centro, hay un espacio donde se sitúa un pequeño trono, ella se sienta.

-"Fernandez... ¡Desnúdese!
-"¿Co co co.. Como dice Señora?
"Acaba de confesarme hace solo un momento que es un chico obediente, que le gusta que le mande una mujer distinguida y yo, soy una mujer distinguida a la que le gusta mandar, pero odio repetir las cosas dos veces.. ¡Desnñudese inmediatamente!

Fernandez hace lo único que puede hacerse ante una mujer de esas características, obedecer sin cuestionarse nada, aunque ello conlleve tu perdición.

"Elija un par y calzemelos, como cuando voy a la tienda..."

Fernandez abre una de las cajas y se postra desnudo ante ella para calzárselos. El primer par son unos Christian Louboutin negros con la suela roja.

-" Permítale alabarle la elección señora. Esta marca representa mucho mas que unos zapatos de lujo, sentirá su calidad con tan solo ponérselos, moldeará su esplendida figura al caminar haciéndola aun mas armónica y perfecta"
-" ¡Oh Fernandez!... Es usted un caballero tan delicado, ya no queda en el mundo gente de su calidad"

Ella se levanta y empieza a caminar. Se situa frente a uno de los lados forrados de espejos y ordena a Fernandez que se sitúe a cuatro patas frente a ella. Clava su tacón en la espalda de Fernandez y le doblega.

-"Mmm Estos zapatos me hacen sentir tan poderosa. ¿Siente mi poder Fernandez?"
-"Ahhh.. Si... Mi señora"

Se vuelve a sentar e indica a Fernandez que le calce otro par. Estos son de color beis con los contornos y la suela roja.

-"Stuart Weitzman señora es sinónimo de elegancia y comodidad. Este zapato es el adecuado por si tiene que pasar una jornada larga con ellos puestos, se sentirá segura, poderosa y femenina"
-'¡Es usted un profesional maravilloso Fernandez!"

Le indica que se tumbe boca arriba y que doble sus piernas. Seguidamenta la señora se levanta y empieza a acariciar su cuerpo con la suela de los zapatos, pisa el pecho de Fernandez. Después la entrepierna.

-"Mmm En verdad que son muy cómodos, comodísimos, que pisada más confortable, que estetica tan divina... Ahora esta sintiendo mi poder de una manera mas profunda Fernandez, lo que le indicará que cualquier hombre que traspase el umbral de mi puerta, debe tener la valentía de someterse sin reservas a mi poder o atenerse a las consecuencias... ¿Lo entiende Fernandez?"
-"Ahhhh si... Perfec...tamente... Mi .. ahhh señora"
-"Da gusto con caballeros como usted.. Fernandez
póngame otro par"
Fernandez se incorpora muy excitado, y extrae otro par de otra caja.

-"Oh señora este es todo un clásico, para las grandes ocasiones, si usted quiere derrochar genuino glamour, delicadeza y sensualidad a cada paso, nada mejor que Salvatore Ferragamo, y este modelo Lazo Vara Rosa es sublime. Ferragamo ya calzaba a las estrellas de Hollywood en los años veinte. Estos zapatos son dignos de una Diosa como usted mi señora"
-" Fernandez es usted un pequeño truhan... Sabe como acariciar los oídos de una mujer.. Y como vendedor no tiene precio"
-" Oh mi señora no pretendo adularla gratuitamente, solo hago una descripción exacta de la realidad"

Ella se levanta con una sonrisa complacida dibujada en sus labios. Y camina con sus zapatos de Salvatore Ferragano obsevándose en los espejos que cubren el vestidor. Por el espejo observa a Fernandez, que permanece de rodillas frente al pequeño trono, observando su caminar como en estado de apacible y permanente trance. Ella vuelve sobre sus pasos, y se sienta cruzando las piernas.

" Ciertamente me siento flotar con ellos puestos... Me fascinan... Además tienen una textura tan suave... Son adorables.. ¿Fernandez?"
-"Si, mi Señora"
-"Adóreme"

Fernandez se inclina y rinde fervoroso culto al poder que emana de la estética femenina en su versión mas lujosa y sofisticada. Su lengua lame los zapatos recreándose en cada centímetro del lujoso cuero, después chupa los tacones, y abrillanta con su lengua el mayor símbolo del poder femenino.

"-'Bien Fernandez es suficiente... Descálceme y tráigame esas zapatillas de andar por casa se me han fatigado un poco los pies"

Fernandez obedece y cuando la esta descalzando ella le pregunta..
-"¿Le gustan mis pies Fernandez?"
-"Oh... Por supuesto mi señora, nunca los he visto tan bellos"
-"Convendrá conmigo que los pies de una Diosa deben hacerse desear..."

Tras decir esto, extiende su pie y con la punta de los dedos empieza a rozar sutilmente el pene enhiesto de Fernandez

-"Ahhh Por supues.. to... Ahh Mi señ...ora"
-"Bueno Fernandez he pasado una velada encantadora con su compañía, pero mañana, aunque sea sábado, tengo muchas cosas que hacer y estoy un poco cansada... Como siempre me ha dado usted un gran servicio. Le quedo muy agradecida. Puede vestirse. Le acompañare hasta el ascensor."

Fernandez se viste. La expresión de su rostro refleja que acaba de despertarse bruscamente de un dulce sueño. Se siente noqueado y triste por volver a la realidad. Al llegar al ascensor, la viuda de Garcia le tiende la mano y cuando Fernandez se dispone a cogerla para besársela, ella se la retira bajándola y apuntando con su dedo índice al suelo. Fernandez se arrodilla, y entonces ella le permite besársela. Le acaricia la cabeza y le vuelve a reiterar sus gracias.

-"Gracias por todo Fernandez"

Se da la vuelta y se retira, dejando al pobre Fernandez arrodillado y con la desolación en toda su alma. Justo en ese momento, se abre la puerta del ascensor, y de su interior emerge el ama de llaves, que pasa por delante de él sin mirarle, con total indiferencia. Fernandez, tiene la duda de si realmente ha caminado por delante de el, o mas bien ha pasado a través de su cuerpo. La tal Lina, que es como un espíritu Inca, posee una intrigante sincronicidad, pues siempre se materializa y se desvanece en el momento mas oportuno y adecuado.
CONTINUARÁ...

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