EL ESCRIBA

El escriba
[Por el escriba esclavo]

Todo empezó por que se me ocurrió mandarle uno de mis relatos eróticos de temática BDSM a una Dómina profesional. Las razones, fueron por un pura necesidad de expresar, y proyectar algo de luz sobre mis tendencias "oscuras" e inconfesables. A priori, no pretendía mas.
Ella, es una Ama de prestigio, pero no en la antigua acepción de Pomposidad, sino en la moderna, de sólida reputación. No albergaba ninguna esperanza de que su divina atención reparara en mi modesta literatura. Para mi sorpresa, me contestó, teniendo una actitud receptiva a lo que trasmitía en mis relatos, y lo que es mejor, demostrando, un poco más tarde, generosidad y apertura de miras como una Deidad benefactora. Estuvimos manteniendo el contacto con más o menos asiduidad durante mucho tiempo. Yo le iba mandando mis relatos y ella tuvo a bien publicarlos en su pagina web. Incluso, propuso el llegar a conocernos invitándome a su mazmorra para una sesión de fetichismo, lo cual me volvió a sorprender gratamente. Un buen día, aquella invitación fue posible materializarla. Descendí la escalera que conduce a su mazmorra, un descenso a los dulces infiernos de la dominación y el fetichismo. Me temblaba el culo como un flan recién sacado del molde. Estuvimos conversando durante un tiempo indefinido, pero debido a mi nerviosismo, y que no terminaba de reponerme del impacto de encontrarme materialmente presente ante ella, no me acuerdo muy bien de que, y de si aporté algo interesante a la conversación, posiblemente no; adolezco del síndrome del escritor tímido, que sabe encontrar mejor las palabras en la intimidad de su proceso creativo y no tanto, en una conversación convencional. Suelo ganar en las distancias cortas a la hora de relacionarme, pero no podía evitar sentirme temeroso por la situación, a uno no le invita una Diosa a su Templo sagrado todos los días. Intenté lo que siempre falla: "Ser uno mismo". Me vinieron a la mente las palabras de Oscar Wilde: "El hombre no es él mismo cuando habla en su propia persona. Dadle una mascara y empezará a decir la verdad". A través de mis relatos le había mostrado mi mascara, ahora me mostraba sin careta, yo mismo en mi propia persona sin el escudo de mi literatura, y quizás eso, era lo que en verdad me intimidaba.
Lo que si recuerdo, es que su trato fue muy cálido y exquisito, hasta diría que cariñoso y cercano. Y el hecho de que estuviera allí, venía a confirmar lo que intuía en ella, que estaba ante una Dómina por encima de la media. Porque en mi modesta opinión, muchas de las mujeres superiores, por el hecho de serlo, tienen "potestas", pero no están atribuidas de la "auctoritas" para poder ejercer su "Imperium" de manera incontestable. A ella, no le falta ninguno de los dos elementos esenciales para implantar su "imperium" de una manera natural, efectiva y provechosa.
Estaba saliendo de la confusa nebulosa en la que estaba envuelta mi capacidad sensitiva, debido a la impresión que provocaba en mi, el impacto de estar físicamente ante ella, cuando de repente empezó a mirarme con detenimiento, como reparando en algún detalle que antes se le habÍa escapado...

"No eres como te imaginaba... Pero.. No estas mal... Ponte aquí, quiero verte mas cerca"

Con su dedo me señala el suelo a sus pies, y obedezco de la única manera que se puede obedecer a una Deidad Femenina, dócilmente.
Me observa con detenimiento, como queriendo leer en mi alma, y tengo la sensación de que es capaz de hacerlo. Su mirada me desarma, me convierte en un ser muy vulnerable, pero también más lleno de vida.

" Me gusta lo que escribes. Tienes talento, pero debes enfocarlo, y no dispersarlo tanto... Hasta los hombres inteligentes pensáis demasiado con la entrepierna... Quítate los pantalones"

Me quedo un poco sorprendido por lo inesperado y no termino de reaccionar.

"¿No me has oído? No me gusta repetir las cosas dos veces"
Su tono calmado casi me inquietaba más que si hubiese alzado la voz. Reacciono, y reaccionar ante una dama distinguida es obedecer. Me indica que me tienda sobre sus piernas. Siento la suavidad de sus manos acariciando la tersa indefensión de mi trasero. Me propina algunos azotes, es el precio a pagar por sentir sus caricias. Me ordena volver a ponerme a sus pies. Acerca su cara a la mía.

-""¿Sabes por que te he castigado? Porque has tardado mucho en poner tu talento a mi servicio, demasiado"
-".. Yo lo.. sie.."
-"shhuu.. No digas nada. Calladito y obediente, ahora lame la mano que te ha castigado, mientras me pienso si mereces que te perdone"

Beso la palma de su mano castigadora con devoción, acatando sin reservas su autoridad, soy un privilegiado por haber sido invitado a su reino, mis labios desean fervientemente expresar su agradecimiento, y memorizan cada detalle de la suavidad de su mano. Son unas manos finas y delicadas, que atesoran el poder de la aspereza y de la dulzura, mixtura embriagadora que se adueñan de mis sentidos. Deseo que esas manos toquen mi cuerpo aunque tenga que conformarme con sus azotes, mi piel me grita que prefiere sentirlas de la manera que sea, la que ella disponga, a no sentirlas. Me doy cuenta de que no soy un esclavo, soy su esclavo. Se levanta, pone su tacón sobre mi espalda. La presión en mi espalda me hace sentir lo futil que puede llegar ser mi voluntad ante ella, lo irrelevante de mi mayor fuerza física ante una mujer plenamente consciente de su poder. Se coloca frente a mi, con sus pies a muy poca distancia, y su voz suena inflexible y ductil a la vez, es un tono que trasmite ese magnetismo especial de las mujeres que se saben creadas para ser obedecidas...

"¡Adórame!.."

Lleva calzados unos zapatos, rojos de tacones. Viste un vestido negro, y unas medias a juego. Mi lengua rinde pletesia a la belleza fetichista, y al poder femenino de sus tacones. Siento el roce del nylon en mi lengua, lamiendo con devoción un tanto desesperada, casi como pugnando por liberar a sus pies del estimulante ornamento que los envuelve. Retira sus pies de mi boca, y me indica que me tumbe boca arriba. Pisa mi pecho y luego subyuga mi entrepierna con sus poderosos tacones. Estos, son como la alambrada que cerca un territorio y mi cuerpo se convierte en su tierra conquistada. Me ordena incorporarme, me pongo de rodillas. Me acaricia la cabeza.

-"Dime la primera palabra que te venga a la mente, iRápido!'
-"¡Gracias!

Se sienta, me indica que acerque hasta ella. Su mano me coge por el mentón. Y acerca su cara a la mía. Vuelve a examinar mi rostro, como comparando en que medida lo que esta viendo se corresponde en algo con lo imaginado. Me mira, y me dice que la mire, sin parpadear, con una intensidad capaz de absorberme y hacer desaparecer de mi todo lo que conforma mi voluntad, y no dejar rastro de ella. Se que no voy a poder librarme de esa mirada. Me perseguirá por toda la eternidad. Estoy condenado. Sus labios están muy cerca de los mios, solo soy su esclavo, pero no puedo evitar desearlos. Parece adivinar mi atrevimiento y me suelta una bofetada. Me tiende la mano para que se la bese. Y a través de mis labios vuelvo a mostrarle mi gratitud, que es la virtud que engendra a todas las demás. Una Diosa, cuando menos, merece un esbozo de hombre virtuoso.
Se recuesta hacia atrás, y adopta una postura reflexiva. Me mira, gira la cabeza otra vez en modo meditativo, y me vuelve a mirar.

"Me agrada mucho la idea de tener un escriba, no se muy bien todavía la utilidad que debo darle a tu talento, pero la idea me agrada mucho. De ahora en adelante yo gestionare tu talento.. Te voy a encargar tu primera obra.."
Coge mi cabeza entre sus manos. Y vuelve a absorberme en su mirada, parece penetrar en mi conciencia, indagando en la profundidad de mis ojos, que es donde se encuentra la esencia de la verdad en un ser humano.

"Quiero que escribas un poema de alabanza hacia mi. Pero no vas a emplear la pluma ni el papel.
La pluma va a ser tu lengua y el papel mis pies. Si me satisface esta primera obra, con el tiempo puede que te ganes mi confianza, y quizás te encargue obras de mayor profundidad"

La descalzo, la quito sus medias lentamente, descubro sus pies, como un naufrago que divisa la tierra prometida. Me recreo en su belleza, en sus dedos finos y largos, en la armonía de sus formas. Sus uñas no están pintadas, profeso culto al erotismo fetichista natural, sin artificio. Percibo la suavidad carnosa de la planta de su pies, incluso antes de sentirla en mis labios.
Mi lengua se dispone a crear, a escribir, a dibujar, a trazar, a recorrer, a inventar nuevas formas de lamer... Para ella.

Fin





Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuentos BDSM